¿No será acaso el Eterno Retorno de la filosofía nietzscheana, esa inversión casi paródica de la eternidad, el tiempo de los condenados? El instante no es tránsito ni apertura; revierte sobre sí y se cierra al futuro. El pasado no puede ser cancelado por el perdón; sin cesar se impone lo pretérito y la voluntad lo abraza fatalmente como algo propio. El círculo. La inmanencia absoluta, el yo atado a su querer y la voluntad esclava de su propio afán. No es “ex-sistencia” (estar fuera, tensión hacia lo otro) es “in-sistencia” (voluntad de voluntad, afirmación de sí) lo que define este eterno retornar de lo mismo. Y el sujeto así lo quiere, no aceptaría otra cosa ¿Apoteosis de una vitalidad desbordante o reconcentrado y pétreo ensimismamiento?
martes, 16 de diciembre de 2008
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2 comentarios:
Muy bien vista la contraposición entre "ex-sistencia" e "in-sistencia". Te remito, si tienes ganas, a una entrada de mi blog sobre este mismo tema ("Instante y eternidad"). En sus tesis más metafísicas, cada vez veo a Nietzsche menos vitalista, menos atento a lo que realmente es la vida.
Siguiendo tu juego de palabras, frente al ex-simismarse de la apertura, el en-simismarse de la cerrazón, que cuando es perfecta deviene infernal: el infierno no sería otra cosa que el absoluto ensimismamiento de las piedras, el retorno a sí como único logro y única condena.
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