martes, 11 de agosto de 2009

¿Yo, cristiano?

A veces resulta cuando menos incómodo reconocerse públicamente como católico. No es simplemente vergüenza, falta de compromiso con la fe que nos sustenta, miedo a ser rechazados o ridiculizados en nuestro ambiente social o laboral... No niego que pueda haber (en mi caso personal) una pizca de todo eso. No obstante, la cosa no se resuelve tan fácilmente. No quiero (quizá mejor no puedo) confesar mi cristianismo porque sé que la mayoría de las personas con que me cruzo sencillamente no saben qué es el cristianismo. Irremediablemente me toman por otra cosa. En su mente la fe cristiana no es sino un rótulo bajo el que se engloba un batiburrillo contradictorio y tumultuoso de prejuicios, ideíllas peregrinas de todo a cien y no sé cuantas ofuscaciones más. Dices que eres cristiano y eso a la gente le suena a lo mismo que creer en los extraterrestres, hacer campaña contra los condones, leer tal prensa y votar a tal partido, etc ¿Para qué seguir? Uno a veces se inhibe por puro cansancio.

Si bien nuestra vida habrá de resolverse en un sí o un no definitivos, y vivimos desde una fundamental determinación del todo de la existencia, este "absolutismo escatológico" que se concentra en la exigencia del Juicio (la crisis, el discernimiento último) no debe traducirse en un rigorismo atenazante. Muchas veces la aseveración de una verdad tiene que ir acompañada de un "pero" y la formulación de una regla de su ineludible excepción. Y cuando uno se dice cristiano (si no quiere que le confundan con otra cosa) tiene que comenzar con tantas advertencias y aclaraciones que a veces, perezoso, dejas pasar la oportunidad del testimonio.

Con el paso del tiempo se va decantando en mí que ser cristiano, ser en verdad cristiano, debe de ser algo simplicísimo. Pero cuesta dar a conocer esa sencillez gozosa y mucho más conquistarla en el esfuerzo del diario vivir. Tenemos fe en una Palabra antigua y siempre nueva. No queremos juzgar y tenemos conciencia de que sólo el amor redime, un amor que trasciende nuestras fuerzas y que sólo podemos alcanzar de hinojos ante la cruz. En un hombre habita la plenitud de la divinidad; en un hombre Dios se entrega y deifica a sus criaturas. Lo dicho no es para nosotros simple parloteo, es experiencia y vida ¿Mas que palabras y obras pueden ofrendar este tesoro que llevamos oculto?

No sé. Quiero darle vueltas a este asunto de cómo vive el cristiano su fe y su inserción eclesial en la sociedad secularizada y pluralista en que vivimos. Tenemos que dar un vuelco y modificar lo que se entiende que somos y creemos. Pero esa transformación exige tantas cosas y en tan diversas direcciones...

7 comentarios:

Jesús dijo...

Sin embargo hay que decirlo, Antonio, cuando las circunstancias lo solicitan, siempre más allá de la vergüenza o la cobardía, y siempre más acá de la ostentación y la propaganda, justo en el punto en donde uno presenta su íntimo y definitivo carnet de identidad. Lo otro, pues ya se ira desovillando, como se pueda, bien, mal, regular.

Alejandro Martín dijo...

Muy cierto y muy bien dicho. En realidad el problema no tiene que ver tanto con el cristianismo mismo como con el modo en que hoy se concibe la "conversación". Confesar una religión o una ideología es una forma de crear simpatías. A un amigo íntimo no hace falta confesarle nada, mientras que a un desconocido no le interesa profundizar en el objeto de esa religión o de esa ideología. Al final, uno opta, efectivamente, por hablar de fútbol...

jaimemarlow dijo...

Otra de las dificultades que veo para confesarse cristiano en esta sociedad es que la frase "En su mente la fe cristiana no es sino un rótulo bajo el que se engloba un batiburrillo contradictorio y tumultuoso de prejuicios, ideíllas peregrinas de todo a cien y no sé cuantas ofuscaciones más" también podría aplicarse, todavía, a buena parte de las personas que van a misa todos los domingos y fiestas de guardar, y que se dicen cristianos. Aunque una de las cosas buenas del ambiente secularizado en el que vivimos es que cada vez son menos.

Ego dijo...

No lo entiendo, confesar una religion o ideologia no es una forma de crear simpatias, yo no me confieso empirista, ateo o musulman para despertar las simpatias de nadie, el decir yo soy esto se dice cuando se es, y la verdadera finalidad de decirlo es comunicarselo a los demas darnos a conocer, cuando un compañero conoce a otro es cuando se despiertan las simpatias y no antes, porque cualquier jucio basado en algo tan trivial como una ideologia, es un prejuicio muy grande.....

Lucas Esandi dijo...

Recordemos las palabras de Jesús en el Evangelio.
Él dice que no debemos avergonzarnos ni negarlo a Él ante los terceros porque si no, de la misma forma lo hará Él el día del Juicio.
Entiendo de todas formas lo que suscita reconocerse católico ante incrédulos.
No hay que temer nada. Todo viene de la Palabra joánica.

Muchos saludos desde Argentina.

Alejandro Martín dijo...

Hola, si me permitís contestar, aunque no soy el autor de la entrada...

Yo sí entiendo lo que comenta Antonio Javier, aunque tal vez me plantee menos este asunto y suela reconocer mi fe sin darle muchas vueltas. Pero sé a qué se refiere: no se trata de crear simpatías o no, sino de la conciencia de que el otro no va a entender en qué crees, qué defiendes o qué clase de persona eres cuando proclamas tu cristianismo (no digamos ya tu "catolicismo"). Identificará esa etiqueta a una serie de ideas preconcebidas acerca de lo que se supone que debe ser un católico.

Es como decirle "me dedico a la ontología" a un tipo que piensa que eso consiste en empastar muelas.

Julio Maidana dijo...

Cuando uno se presenta en un lugar solamente dice su nombre, aveces la profesión o lo que en ése caso lo demande. Nunca decimos soy fulano hijo de mengano y mengana, mis hermanos son, vivo en, enamorado de, me gusta tal cosa, etc.
Ser cristiano tampoco entra en nuestra presentación verbal, si en nuestro comportamiento. Ser cristiano no se confiesa, se demuestra en nuestra vida para con los demás. Cuanto más nuestros actos son dignos de un cristiano, contagiarán a los demás que nos rodean.
Vendrán a tí por el sólo hecho de saber tu fórmula, porque todo te sale bien. Y cuando te pregunten, tu le darás la clave de tu éxito: "Jesús"
No lo publiques, deja que ellos se den cuenta por sí sólos.

"Predica. Predica. Predica... y cuando te es muy necesario, habla"

(Con respecto a las religiones, es cosa de hombres. Está escrito en Hechos 10)

Abrazos. Dios te Bendiga.
Julio (papá de Pablito)
http://paginadefe-pablito.blogspot.com