jueves, 22 de enero de 2009

Todas las plegarias blasfeman

De espantoso sonido (supongo que por la traducción, pero no lo sé), esta plegaria del peregrino de la novela juvenil de Lewis ("El regreso del peregrino"), tiene mucha miga:

“Sólo aquel ante quien me inclino sabe ante quién me inclino
cuando intento decir el inefable nombre, murmurando Tú;
y sueño con fantasías fidianas y abrazo de corazón
significados que no pueden ser, lo sé, lo que eres Tú.
Todas las plegarias, siempre, si les tomas la palabra, blasfeman,
pues invocan con frágil imaginería un sueño de vieja tradición;
y todos los hombres son que claman sin ser oídos
a ídolos sin sentido, si les tomas la palabra.
Y todo hombre en sus rezos, autoengañado, se dirige
a Uno que no es (así decía aquel viejo reproche) a menos que
Tú, por gracia pura, te apropies y hacia ti desvíes
las flechas de los hombres, lanzadas al azar, más allá del desierto.
No escuches, oh Señor, nuestro sentido literal, mas traduce
a tu magno y perfecto lenguaje nuestra entrecortada metáfora.”

4 comentarios:

Alejandro Martín dijo...

Coño, qué cosa más cierta y más mal dicha...

Jesús Beades dijo...

Pues Ale, anímate, y coloca el primer poema en la Taberna. Se podría reescribir perfectamente si te lo planteas como una traducción libre...

Antonio Javier Sánchez Risueño dijo...

La cita me trae a la memoria unas palabras de Bonhoeffer que leí hace tiempo. Retomaba el pasaje evangélico en que Jesús nos insta a orar en cuarto cerrado, en secreto, si queremos que nuestra oración sea grata al Padre. Luego pasaba a recordarnos que en nuestra oración retirada y silenciosa tendemos a fabricarnos un público imaginario que aplaude las bellas palabras con que rezamos, la piedad con la que nos recogemos,etc, de modo que la oración desemboca en un monólogo infructuoso. Otra bella alegoría tiene Meister Eckhart cuando compara la expulsión de los mercaderes del templo con la pureza del alma que se entrega a la oración. El templo es nuestra alma, y ésta debe quedar libre del tráfago y el comercio de pensamientos vanos para quedar en un vacío capaz de acoger la Palabra.
En última instancia el tema de la oración es difícil. Es sabiduría de experiencia. Yo reconozco que mi vida de oración es tan pobre que sólo puedo aprender de lo que los demás me ofrezcan. Es muy fácil dar una charleta sobre tal o cual tema teológico. El espíritu de oración -que debe ser una disposición permanente del cristiano- es cosa bien distinta. A lo mejor las abuelas que no cesan con el ronroneo del rosario en la iglesuca del pueblo tienen una fe y una profundidad espiritual que nos haría sonrojar a los que hablamos sobre tal problema teológico o tal concilio.

Jesús dijo...

ORACIÓN:
Santa Teresa de Ávila: “Tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabemos nos ama”. Federico Fellini: "Un modo muy racional e inteligente para depositar en el suelo un equipaje pesadísimo y pasar a otro el peso de las angustias y de las dudas". Juntadas las dos definiciones, una apuntando a lo “sustancial”, el amor, la otra apuntado a lo “funcional”, lo que se quiere lograr, ¿no se obtiene toda la verdad de la oración, por un lado estancia “desinteresada” en el amado y por el otro súplica “interesada” al amado?