miércoles, 17 de diciembre de 2008

El Espíritu de la Vida

Alicia anda leyendo estos días un libro sobre uno de los grandes santos de la Ortodoxia rusa: el staretz Serafín de Sarov. Me señala dos lugares interesantes. Así, os reproduzco unas sugerentes palabras del metropolita de Lataquia Ignacio Hazim, en Upsala en 1968:
Sin él (el Espíritu Santo) Dios está lejos, Cristo pertenece al pasado, el Evangelio es letra muerta, la Iglesia es una simple organización, la autoridad un dominio, la misión mera propaganda, el culto una evocación y el obrar cristiano una moral de esclavos. Pero en él, y en una sinergia indisociable, el cosmos se levanta y gime con los dolores de parto del Reino... Cristo resucitado está allí, el Evangelio significa la misión trinitaria, la autoridad es un servicio liberador, la misión es Pentecostés, la liturgia es memorial y anticipación, el obrar humano queda divinizado...
En esta cita se desenvuelve el núcleo vivo de la experiencia de fe de Serafín de Sarov: La finalidad de la vida cristiana consiste en la adquisición del Espíritu Santo.

7 comentarios:

Jesús Beades dijo...

Y este es el momento en que Joaquín Moreno debería aparecer y hablarnos de Joaquín de Fiore.

Jesús Beades dijo...

Y también debería aparecer Alicia, qué demóstenes.

Alejandro Martín dijo...

Interesante tema. Muchas de las "desviaciones" protestantes del luteranismo ortodoxo (el pietismo, por ejemplo) tuvieron su origen en una puesta en cuestión de la "Bibliolatría" y de la sobrevalorización de la "filología" en la fe. Frente a ello, ponían de relieve la acción efectiva del Espíritu Santo en la vida y en la historia de los hombres.

Me parece que el cristianismo oriental es un universo por descubrir (para los ignorantes como yo, vamos).

Antonio Javier Sánchez Risueño dijo...

Tienes mucha razón, Alejandro, al reivindicar un mayor contacto con la tradición ortodoxa, de la que todos sabemos bien poco, pues parece que vivimos de espaldas a ella y en más directa relación con el protestantismo. De los ortodoxos llama la atención el acento pneumatológico de su fe, la unidad indiscernible entre experiencia mística y actividad teológica (la teología no es un sistema cerrado con tendencia a independizarse de la vida de fe, la teología es inseparable de la santidad). Hay un libro de Lossky (inencontrable) que compendia maravillosamente la fe y teología orientales. Y tienen un místico teólogo majestuoso (Gregorio Palamas), forjador de una doctrina común a toda la Ortodoxia: las Energías divinas increadas. Recordemos que Juan Pablo II afirmaba que el cristianismo ortodoxo era el segundo pulmón de la Cristiandad, que sólo respiraremos plenamente cuando hayamos hecho nuestra (vamos a dejar como futurible la unión de las iglesias) la tradición oriental.

Anónimo dijo...

Yo vivo en un pais ortodoxo, y hago mias las palabras de Juan Pablo II antes recogidas. Es un hecho que en estos paises la religion no queda al margen de la vida ordinaria, ni relegada a las iglesias, aunque haya tantas. Pues no ha recibido la influencia negativa cartesiana ni luterana, y a pesar de haber tenido una dominacion comunista han mantenido la fe. Tampoco hay clericalismo. No han tenido tampoco problemas con las Cruzadas. Lastima que se desuniera cuando las comunicaciones eran tardias, hoy dia esa desunion no tiene sentido, si bien deben admitir el dogma de la Inmaculada Concepcion y la procedencia del
Espiritu Santo del padre y del Hijo.
Ahora bien, es un iglesia desorganizada, ni siquiera entre ellos se dan autoridad. Los mas santos suelen ser los monjes. Los curas casados, andan en muchos casos metidos en cosas mundanas que no permiten un ejemplo de vida total espiritual. Alvaro.

Anónimo dijo...

¡Qué Demóstenes, ya aparezco! Muchos saludos y una hermosa Navidad para todos. Es verdad que es interesante la cuestión ortodoxa y la necesidad de respirar a doble pulmón. "Examinadlo todo y quedaos con lo bueno", es un buen principio. Sólo quería indicar unas cuantas sugerencias. Moltmann tiene un hermoso libro con el mismo título que esta entrada de blog, y su subtítulo es: "Una pneumatología integral". De este libro se pueden sacar ideas muy interesantes. Si es necesario reivindicar el Espíritu es porque es fuerza vivificante, que supone un nuevo comienzo, el "incipit vita nova". También el Espíritu es fuerza vivificante de la Iglesia, y una meditación al respecto muy hermosa lo tenemos en "La oración de la Iglesia", de Edith Stein. Un libro que está lleno de referencias a santos de ambas tradiciones es "La escala de las bienaventuranzas" del ortodoxo Jim Forest (del que también es imprescindible su biografía de Thomas Merton). Hasta pronto.

Jesús Beades dijo...

¡Albricias, Alicia! Gracias por venir, y bienvenida. Tus recomendaciones son de un gran valor. Abrimos este blogg como quien abre las manos para recibir, más que para exhibir conocimientos (de los que yo, al menos, estoy ayuno). Ven más, mujer, ven más.