martes, 2 de diciembre de 2008

El pecado y el cristianismo

“La intuición verdaderamente central del cristianismo es el pecado” –dice Schlegel.

Replica Novalis: “¿No debería ser el pecado solamente el No-Yo del cristianismo, algo que el cristianismo produce annihilando?”

18 comentarios:

Jesús dijo...

PECADO: palabra a "reinventar" para nuestros contemporáneos, a los que se les ha vuelto absolutamente extrañas, en parte debido, supongo, a las malas tintas que una mala predicación católica hizo caer sobre ella. Habría que volver a su significado hebreo, una de cuyas acepciones, si no recuerdo mal, era: no dar en en el centro de la diana. Peca, entonces, el que no acierta con ese centro.

Anónimo dijo...

Y peca, el que con su arco y flecha hiere al centinela.

Jesús dijo...

¡Has dado en el blanco, hermosamente, Anónimo!

Anónimo dijo...

Gracias Suso. Mi nombre es R. Simón. Pero sobre todo,gracias a los amigos Jesús Beades y Alejandro Martín por este blog que todos estabamos esperando como "agua de mayo".Recuerdos y saludos.

Alejandro Martín dijo...

Gracias por esa aclaración, Suso. Creo que para reinventar el vocabulario religioso, es necesario volver a las raíces, a qué significaban las palabras en las Escrituras. Pasa lo mismo con la palabra "fornicación", que siempre se entiende en sentido sexual, pero que significa también "idolatría", en el sentido de "traición" (por ejemplo en Eze. 26:26).

Si pecar es errar en la diana, no puede ser un conjunto cerrado de acciones catalogables, sino la forma misma de nuestro fracaso personal, y en ese sentido, la expresión más obvia de nuestra finitud. Entonces tendría razón otra vez Novalis cuando decía que "para el verdaderamente religioso nada es pecado".

Jesús dijo...

¿El pecado la forma más obvia de nuestra finitud o de nuestra libertad? No erramos -pecamos- por ser finitos, sino porque somos libres parar errar y no dar en el blanco, y el blanco siempre es el amor. Pecamos cuando no amamos.
La frase de Novalis, sin más aclaración ni contexto, me resulta incomprensible, Alejandro.
Un abrazo.

Alejandro Martín dijo...

Sí, Suso, pero finalmente pecado y libertad son dos atributos del ser finito. Erramos el tiro porque nos tiembla el pulso, y eso ocurre porque somos imperfectos, porque "carecemos" de muchas cosas: pecamos por miedo, por huir de la soledad, por satisfacer un deseo. En resumidas cuentas, el pecado es una forma de "carencia". (Esa carencia es la que llevaba a Aristóteles a decir que los seres "desean" a Dios, porque carecen de su perfección). Y eso es lo que quiere decir la frase de Novalis, en mi opinión: que la religión es darse cuenta de eso, confiar (eso es "fe") en la redención, y abandonar la vieja idea legalista y normativa de pecado contra la que luchan San Pablo y San Agustín, una idea según la cual los pecados son un conjunto concreto y establecido de "actos malos" que hacen llorar al niño Jesús, como dicen los hijos de Ned Flanders.

Jesús dijo...

Maticemos, Alejandro. Una cosa es el atenuante que siempre tiene todo pecado en tanto que ejecutado por ese ser débil, tembloroso, comprimido y amedrentado que es el hombre. Pero el pecado, si lo es, es siempre un acto libre de un hombre libre. Nunca será un pecado "perfecto" -éste solo le fue posible a Lucifer- en tanto que nuestra libertad, y repito, es la de un ser débil, tembloroso, comprimido y amedrentado. ¿Pecadores por libres? Sí. ¿Pecadores "imperfectos", "atenuados", por finitos? Sí.
Un abrazo.
Suso.

Anónimo dijo...

He de confesar que cuando inaugurasteis la taberna me dije "estos chicos, mejor harían en rezar", y que estoy segura de que se avanza más en la fe y el conocimiento de Dios (o el amor de Dios, que en el fondo es lo mismo) con la oración que con la disquisición, pero no lo puedo evitar, trapo que veo, allá que me tiro.
Para mí que Schlegel anda un poco despistado; claro que ser alemán, romántico y protestante durante casi cuarenta años, deja mucha huella. Y el "annihilando" no se lo tendremos en cuenta a Novalis, por ser quien es.
La intuición central del cristianismo es el amor que borra el pecado. Ojo, no perdona, no olvida ni ninguna de esas ñoñerías: BORRA el pecado, el pecado que no es más que la falta de amor; o el No-Amor, a lo alemán.

San Agustín, que como poco era igual de listo que Schlegel y encima es santo, decía "Ama y haz lo que quieras". Esa es la madre del cordero, ese amor que te permite ser libre y hacer lo que te venga en gana, porque transforma, porque regula y afina la puntería al querer.

Y creo que también podría concederse que el pobrecito Francisco sabía de cristianismo:
"-¿Sabes tú, hermano, lo que es la pureza de corazón?
-Es no tener ninguna falta que reprocharse -contestó León sin dudarlo.
-Entonces comprendo tu tristeza -dijo Francisco-, porque siempre hay algo que reprocharse.
-Sí -dijo León, y eso es precisamente lo que me hace desesperar de llegar algún día a la pureza de corazón.
-Ah, hermano León, créeme -contestó Francisco-, no te preocupes tanto de la pureza de tu alma. Vuelve tu mirada hacia Dios. Admírale. Alégrate de lo que Él es, todo santidad. Dale gracias por Él mismo. Es eso mismo, hermanito, tener puro el corazón. Y cuando te hayas vuelto así hacia Dios, no vuelvas más sobre ti mismo. No te preguntes en donde estás respecto a Dios. La tristeza de no ser perfecto y de encontrarse pecador es un sentimiento todavía humano, demasiado humano."(Leclerc-reelab.textos franciscanos-Vita fratris Leonis, ChronXXIV Generalium)

Y, ya lo último (y perdón por el abuso, la síntesis no es lo mío ), otro alemán, pero éste ni romántico ni criado en el protestantismo, Benedicto XVI:

"El cristianismo no es una especie de moralismo, un simple sistema ético. Lo primero no es nuestro obrar, nuestra capacidad moral. El cristianismo es ante todo don: Dios se da a nosotros; no da algo, se da a sí mismo. Y eso no sólo tiene lugar al inicio, en el momento de nuestra conversión. Dios sigue siendo siempre el que da. Nos ofrece continuamente sus dones. Nos precede siempre. Por eso, el acto central del ser cristianos es la Eucaristía: la gratitud por haber recibido sus dones, la alegría por la vida nueva que él nos da.

Con todo, no debemos ser sólo destinatarios pasivos de la bondad divina. Dios nos ofrece sus dones como a interlocutores personales y vivos. El amor que nos da es la dinámica del «amar juntos», quiere ser en nosotros vida nueva a partir de Dios. Así comprendemos las palabras que dice Jesús a sus discípulos, y a todos nosotros, al final del relato del lavatorio de los pies: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros» (Jn 13, 34). El «mandamiento nuevo» no consiste en una norma nueva y difícil, que hasta entonces no existía. Lo nuevo es el don que nos introduce en la mentalidad de Cristo."
(Homilía Misa in Cena Domini-Jueves Santo 2008):

Jesús Beades dijo...

Anónimo: se ve que, además de rezar, has leído y pensado un rato. ¿Por qué nosotros no deberíamos? En ese "estos chicos" escucho un sonsonete condescendiente muy simpático (he de confesar que me encanta y rejuvenece).
Ya se ve que la oración sola no es suficiente, al menos para la inteligencia. O, mejor dicho, a la oración (al menos, para algunos) le hace falta el alimento del conocimiento, y la teología. "La teología no es más que la parte de la religión que requiere cerebro", decía G.K.C. Aunque bien se podría responder al contrario: la oración alimenta a la inteligencia, poniendo en contacto personal a aquel que indaga con el objeto de su estudio. Una cosa y la otra. De todo ello hablaremos por aquí, pero agradecería no tener que dirigirme a alguien como "anónimo", que suena muy feo.
Y, por cierto, la cita de San Francisco es buenísima. Gracias.

Alejandro Martín dijo...

Vaya, ¡cuántas cosas! Qué alegría que esto se anime.

Suso, verás, tengo que confesar algo: soy algo escéptico y "heterodoxillo", por usar una expresión del gran Tejada que nos es muy querida. Y hay cosas que no entiendo, y lo digo abiertamente. Por ejemplo, creo que toda la historia del pecado original no es más que una forma incomprensible de tratar de explicar un misterio incomprensible. Vamos, que es un lío y que no hay quien lo entienda. Lo que uno saca en claro de allí es que el hombre ya estaba tentado por el mal desde sus inicios, y si no él, Satanás. En cualquier caso, algo tiene el no ser Dios que nos empuja siempre al mal. Hay algo maligno unido al hombre, y tengo la impresión (incitada por un teólogo amigo, y que desarrollaré en una entrada aparte otro día) de que el camino hacia Cristo tiene algo de camino hacia el mal y de reconciliación con él... ¡Ups! Ahora sí que me la he buscado...

Anónima: ese tono irónico es manifiestamente femenino. Me encanta: le da vidilla a esto. Y me encanta también el inevitable tono despectivo con que toda inteligencia ibérica habla sobre lo alemán y protestante. No se puede evitar. La piel de toro también deja su huella, supongo.

Por lo demás, estoy seguro de que tanto Novalis como Schlegel agradecen tu condescendencia con sus ideas y su lenguaje dieciochesco. E igualmente agradecerán que pongas sobre la mesa sus antecedentes: lo mejorcito de la tradición cristiana (Agustín, mi querido Francisco de Asís...). Creo que es con esa tradición con la que se sentían vinculados, frente a la Iglesia romana de su tiempo (normativa, ritualista, idolátrica) y frente a la deriva del luteranismo oficial (fideísta, nihilista, bibliolátrico).

En cuanto a Ratzinger... ¿qué decir? Al final va a resultar que el temido Panzer-Papst va a tener un algo medio protestante y, además, antimoralista. Lo celebro. Lástima que aún no haya logrado que eso se transmita en las homilías y en los catecismos. Será cuestión de tiempo...

Están muy bien las citas que traes. Son muy certeras todas. Me alegro, con Jesús, de que además de rezar mucho, te asomes por aquí para discutir. Ya sabes lo de Agustín: "Intellige ut credas, crede ut intelligas". Pásate cuando quieras.

Jesús dijo...

Esto es inacabable. Con razón hablais de una discusión interminable. Se me queda estrecho el marco meramente escrito, el único aquí posible, para continuar con el diálogo, en este caso con Alejandro y el nuevo frente que abrió: el del pecado original, del que yo no dije nada, por cierto. Un tema trae otro y otro y otro... y al final uno suspira por una conversación de tú a tú en una taberna de verdad. Para mí una clara. No me gusta la cerveza.

Anónimo dijo...

Muy amables, caballeros. Pido disculpas si parecí "condescendiente" o "despectiva". El "estos chicos" es sólo por mayor edad, y las alusiones a lo germánico (es que vaya diálogo, eh, paradigmático diría: el uno con "la verdadera centralidad",y el otro con la manía de las nuevas palabras, ese afán de sustantivación, de dar carta de naturaleza a cualquier ocurrencia ) en todo caso serían burla de mí misma.
Todo San Francisco ("ovejuela de Dios" llamaba al hermano León) es igual de impresionante, querido J.Beades. Creo que Dios cada cierto tiempo nos da un santo así, para que nos dejemos de complicaciones, que somos todos farragosos como alemanes, y volvamos al camino de la sencillez y la infancia. El último, que yo sepa, Santa Teresita de Lisieux.

O la menos conocida María de Jesús Crucificado -Mariam Baouardy (1846-1878), que entraba en éxtasis y subía a la copa de un tilo, de rámitas frágilísimas que un pajarito podría quebrar, para alabar a Dios, y cuando descendía y volvía en sí no entendía que hacían sus sandalias o su rosario enredados en lo alto del árbol. (copio-pego, porque es fascinante :) René Schwob,escritor francés de origen hebreo, define la vida de Mariam como “una de las vidas más maravillosas de la historia del catolicismo”, y concluye: “Nos sea permitido auspiciar que cuando llegue la canonización de esta pequeña iletrada, ella llegue a ser la patrona de los intelectuales. Pues está bien calificada para liberarlos del orgullo”.
Otro célebre poeta y narrador, Francis Jammes que se proclamaba siempre como “entusiasta admirador del milagro del universo”, escribe acerca de ella: “Era una verdadera hija de Oriente, que cantaba las alabanzas al Creador sirviéndose de imágenes bellas e ingenuas”. La admiró tanto, hasta el punto de escribir al Papa pidiendo su canonización.
La misma admiración profesaron León Bloy, J. Maritain, Julien Green: todos estuvieron de acuerdo con la definición que diera de Mariam Baouardi su Primera Maestra de Noviciado: “Es un milagro de la Gracia de Dios”.

Otra cosa. Rezar, leer, pensar y hablar, está muy bien; discutir es pelín más peligroso, no por el hecho de discutir, que es sanísimo, sino porque discutimos de ideas, y Dios no lo es. Y en los vapores de la discusión, el afán de prevalencia, de genialidad, de dar lecciones... esas cosas en las que tendemos a caer, es fácil invertir los términos y dejar a Dios de lado.

Pero bueno, eso no os pasará a vosotros. Abrazos y que el Dios de las ovejuelas teólogas os acompañe.

Jesús Beades dijo...

Para padecer el orgullo de los intelectuales, primero habría de ser intelectual, cosa que, gracias a Dios, no soy.

Te agradezco mucho tus aportaciones, anónimo femenina, y espero que no cesen, pues tus citas y comentarios son de lo más sabrosos (un poco intelectuales, pero en el Juicio serán purgados de su orgullo, como el de todos). No dejes de venir, y no temas discutir, pues Dios también es una idea (es más que una idea, igual que es más que una Persona), y nadie daña la fe por discutir sobre ideas. La fe es otra cosa.

Lo que aseguro públicamente es que, el día que me despierte en la calle y vea sobre en mí, colgados de una farola, las llaves de mi coche (rosario no llevo), lo contaré inmediatamente en este blogg.

Anónimo dijo...

Muchas graqcias, Jesús. Eso es lo único que espero, un último sitio en el Purgatorio para poder purgarlo todo.
Siento haber vuelto a salir de anónima, yo diría que las dos veces puse mi nombre. Igual con eso del palabro de verificación me lié. Por si acaso, ocurre de nuevo, soy Cristina. Un abrazo.

Alejandro Martín dijo...

Suso, sí, esto es interminable, y seguirá así hasta que estemos todos en la verdadera taberna del fin del mundo. Yo voy pidiendo: ¡una pinta de Guiness!

Mientras tanto, seguimos enredados. Yo hablaba del pecado original porque me voy por las ramas, no porque tú hicieras ninguna referencia a ello. Quería simplemente decir que no veo claro lo de la libertad del hombre para elegir el bien y el mal, ni por qué existe la tentación, la posibilidad del mal, la culpa como algo de lo que podamos hacernos cargo de un modo absoluto. "El único pecado que no será perdonado es el pecado contra el Espíritu Santo": entender eso aclararía muchas cosas. ¿El único pecado no perdonable sería el no aceptar y celebrar que Dios está siempre viniendo a nosotros...?

Anónima: cuántas citas buenas. Aunque no sé qué me da más miedo de la historia ésta de Mariam: si que se subiera a un árbol y luego no se acordase, que la quieran hacer patrona de los intelectuales, o que a Beades le pueda pasar lo mismo :-)

En cuanto al peligro de "conceptualizar" a Dios... es cierto. Pero eso llevan haciendo siglos los mejores cerebros de la Iglesia. Pensar que nosotros no estamos a la altura sería, por nuestra parte, una forma sutilísima de soberbia. Por último: disiento un poco de lo que dice al final Beades. La fe está más unida a las ideas de lo que creemos, y algunas ideas deformes acaban creando una fe monstruosa. Que Dios no sea una idea no es objeción, a no ser que queramos dejar de hablar de todas las cosas, porque éstas tampoco son simples ideas.

Un abrazo a todos

Jesús Beades dijo...

Bueno, Ale, con "la Fe es otra cosa" no quería separar lo teológico de la vida, pues sería justo lo contrario de este blogg. Sí quería delimitar el terreno, porque La Taberna no la hemos abierto como "comunidad orante online" ni lugar de auto-ensalzamiento y entusiasmo católico. De hecho, no hace falta ser católico, ni creyente, para participar.
Es verdad que ideas monstruosas crean una fe monstruosa: tenemos ejemplos en muchas instituciones religiosas de nuestro tiempo (y de otros tiempos). Por ejemplo: el que cree que si se muere "en pecado mortal" se irá al infierno, y justo ese jueves no pudo confesarse, con lo que busca con ansiedad a un cura por que si no... En fin, todo eso refleja una idea de un dios perseguidor y cabrón, y del pecado como una lista de ítems que hay que borrar (numerados y concretos). Sospecho que esto nos llevará muy lejos, en otras entradas.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

No me queda más remedio que ponerme del lado de Schlegel.

Felicidades por el blog, que enlazo. Veo que no estoy solo (¡nadie está solo en internet!).